sábado, octubre 18

Suelten a la Urraca

Magaly Medina, es una periodista peruana que en sus mejores tiempos escribía en la sección de televisión de una prestigiosa revista. En sus mejores tiempos no tenía dinero, ni poder, ni fama pero era incisiva y acertada con su pluma. Llegó a la televisión casi de milagro, pues entonces solo las caras bonitas tenían oportunidad y ella no era muy agraciada. Decenas de cirugías y destapes de escandeletes faranduleros catapultaron a Magaly al éxito televisivo convirtiéndola en la “diosa” del rating de la televisión inca; pero había vendido el alma al diablo. Sacrificó su dignidad periodística para hacer prensa amarilla, invadiendo la privacidad de personajes públicos y ganándose el desprecio de sus víctimas y de la prensa seria.

Sin embargo el público hambriento de circo y morbo la premiaba cada noche, en un programa diario, con un increíble rating que a veces alcanzaba 35 puntos. Pero en el camino había cosechado odio, resentimiento y el mote de “Urraca” con el que se hizo famosa . Sus ‘ampays’-que en jerga peruana significa ‘cogidos infraganti’- a vedettes que fungían de damas de compañía, a productores que se iban de parranda con estrellitas noveles, a actores consagrados que se pasaban de copas, a futbolistas que se iban de juerga; le ganaron al menos diez denuncias ante el poder judicial. Ninguna prosperó.

Hasta que apareció Paolo Guerrero, jugador de futbol y miembro de la selección peruana. Magaly denunció una escapada del crack durante una concentración de la selección horas antes de enfrentarse a un importante partido rumbo al mundial del 2010. Se propalaron las fotos en su programa “Magaly TV” y en su revista del mismo nombre. El jugador le mando una carta notarial conminándola a retractarse. Magaly se río públicamente de la misiva. Siguió entonces la denuncia penal. Anoche la televisión peruana no hablaba de otra cosa sino del fallo de la jueza quien la halló culpable y la sentenció a 5 meses de pena privativa de la libertad y fue trasladada de inmediato al penal de Santa Mónica en Lima.

Aunque discrepemos del estilo de la periodista, no podemos sino sentir estupor ante la exagerada penalidad de su falta. Los delitos de injuria, difamación o calumnia deberían ser sancionados únicamente con multas o trabajos comunitarios; deben ser tratados en el fuero civil y no en el penal. Esta actitud del poder judicial peruano pone en peligro la libertad de prensa y opinión; máxime cuando el Tribunal Constitucional del Perú sentó el precedente por el cual entre el derecho de libertad de expresión y el derecho al honor se debe elegir el primero. ¿Sabe esto la jueza del caso de Magaly? Solidaridad para la colega y su productor Ney Guerrero quien también fue detenido y sentenciado y nuestros deseos de que los liberen pronto.

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